El buen tiempo animaba a la batalla. Los guerreros, con ánimo en sus mentes y
fuerza en sus piernas se fueron reuniendo en Pelayo.
Fray Yeloquehay bendecía a todo el que
llegaba, y sería la “conexión” con el “Altísimo”, siendo su “mano derecha” en
la tierra.
En el ejército Cristiano, Los Hermanos
Pinzones, Piragüas y Trasmisiones, conocedores de las luchas en ultramar, eran
pilares sólidos para guiar la ruta.
Lynux, El Caballero de la Armadura
Apretada, curtido en mil batallas, era una buena rueda a seguir.
Sir Angelino Motorini, italiano temido en
su lucha cara a cara ( o mejor dicho, copa a copa) con un buen Vega Sicilia y
retornado de las tierras vitícolas de Aragón y rueda valiente donde las haya,
sería otro de los guías.
Para cerrar el bando cristiano, Willy el
Morisco, porque filtreaba la fe cristiana-trialera con incursiones en islam-carretera.
También se apuntaron a la aventura de hoy,
tres Moros arrepentidos, de la tribu de La Media Luna Roja de Cabranes.
Alí-Orlando-Abú-Simbel, con su caballo
volador, Trekus, otra buena rueda, pero esta, muuuuuy difícil de seguir.
José Antonioni-Rashid-Mustafá, guerrero sin
miedo a enfrentarse a una buena trialera, aunque su poder en verdad residía en
ser “adorador” de ¡¡SAN 42 ¡!!
Y
Josete-Amín-Yabar, moro que no comulga con las tradiciones musulmanas y
hacía “oídos sordos” a los consejos del Imán de la Mezquita de La Calzada, que
día tras día les repite en sus plegarias que…. “nada de alcohol ni comidas
derivadas del cerdo”.
El Santo Grial, es la copa de la cual
cuenta la tradición que quien consiga beber un culete de sidra de ella, tendrá
en sus piernas la fuerza de 100 Repechinos y no habrá trialera, que le
doblegue, por muy rota que esté ni pindia que sea.
Cuenta también la leyenda que no es una
copa de oro ni de ningún metal precioso, fue creada por un herrero del ejército
de Pelayo, y en ella brindaron por la victoria en Covadonga. Y de ahí su fama y
sus supuestos poderes, que todo buen bttero que se precie quisiera poseer.
Así empezamos la ruta de búsqueda, en
dirección al Monte Naranco, donde se suponía que algún ciclista carbayón había
enterrado la Santa Copa tras robarla de su capilla en Cimavilla.
Ya a los pocos kilómetros los augurios no
eran muy buenos, y tras llegar a lo alto del Areo, (de casualidad), en el primer cruce, ya hubo
un conato de “rebelión a bordo”, ya hubo diferencia de opiniones sobre la caleya
que debíamos tomar.
Los moros querían seguir la caleya que se
orientaba a La Meca, y los Cristianos la que miraba a Oriente.
Willy ya iba pensando que se habían perdido
seguro, porque, aunque su sentido de la orientación roza el cero, veía que se
acercaban al Gorfolí, y eso no le parecía que quedaba ni cerca, ni en dirección
al Naranco.
Y en esas estaba pensando cuando una
trialera en bajada, acompañada de barro y humedad, terminaron en un “galletón”
de Willy, que terminó observando unos
champiñones a muy pocos centímetros de distancia.
Sin grandes problemas, seguimos y pusimos
rumbo a Villabona, donde, no sé porqué, Josete- Amín –Yabar, pasó como una
exhalación.
Hubo algún comentario respecto a que el
dinero para su montura lo había conseguido con el mercadeo de cobre y no le
gustaba mucho aquel sitio por si le pescaban y tenía que pasar allí una
temporada.
Seguimos con nuestra búsqueda, y a
“sugerencias” de Yeloquehay, subimos al Picu Santu Firme, para redimir algunos
de nuestros pecados, y a fe mía, que si los pecados se van con el sudor,
llegamos al alto, “inmaculados”, seguro.
Preciosas vistas, sobre lo que sería
nuestra meta, y sin mucha dilación, seguimos ruta.
Aquí Lynux, el Hombre de la Armadura
Apretada, abandonó la expedición. Unos decían que si estaba “poseído” por un
cuerpo infernal que estaba en su interior, otros comentaban que del conocido
Lynux solo quedaba la “apariencia externa”, eso sí, un poco hinchada, aunque
también alguien dijo que debía ser cosa de esteroides o medicación basada en
jugo de cebada que estaba tomando para poder ir este año al Soplao.
Pero ya sabéis, no hubo “ningún” cotilleo,
ni fue “despellejado” por ninguno de los asistentes. No es nuestro “estilo”.
jejejejejeje
Tras pasar el Asturcón, donde más de uno
pensamos en cambiar nuestras monturas, disfrutamos de un paseo relajante junto
al rio.
Nada más cruzar un pequeño arroyo,
Orlando-Abú-Simbel “clavó espuelas” y subió la trialera como alma que lleva el
diablo. Algún comentario sobre si había oído en el grupo de que algún
integrante de la Santa Inquisición rondaba por la zona buscando a herejes y
adoradores de la “Falsa Fe”, pudo ser la causa de su “espantada”.
La verdad es que no le vimos más que la
espalda en toda la subida. El resto de los participantes nos marcamos algunos
“andariegos” (pocos, eso sí, unos “50 metros abundantes”), pero dejar atrás las
duras trialeras y llegar al “temido” hormigón, nos hizo sacar fuerzas de no
sabemos dónde.
Aquí, Los Hermanos Pinzones( Piraguas y
Trasmisiones) y Fray Yeloquehay, nos abandonaron, dejándonos sin ningún tipo de
guía, ni guía “espiritual”, ni guías “terrenales”.
Pero a los integrantes que quedábamos no
nos amilanaba ningún contratiempo. San Repechín Del Falso Llano, nos guiaría en
nuestras pedaladas y nos llevaría por el “buen camino” a nuestra meta, (bueno,
la verdad es que no sé si nos llevó por el “buen camino”, pero lo que sí es
seguro es que nos llevó por el más “pindio”).
Tras cargar agua ( Motorini cargó Ribera
del Duero Gran Reserva), enfilamos el ataque final al Alto del Naranco.
José Antonioni –Rashid-Mustafá encabezaba
la expedición con mucha alegría, gracias a San 42, pero al cruzarse con una
Bttera que bajaba por la pista, no sabemos si por la falta de oxigeno, si por
el llamado “mal de altura”, o porque el agotamiento nos rondaba, cambió la
dirección y casi nos abandona también.
La subida se hizo dura, más por el calor
que por las rampas, y aquí Josete-Amín-Yabar “entabló amistad” con El Hombre
Del Mazo, otro ciclista muy conocido, al que nadie sabe poner cara, pero con el
que todo el mundo tuvo “alguna pedalada”.
Es famoso por absorberte la poca fuerza que
quede en tus piernas y dejarte más tirado que una colilla en una cuneta.
Nuestra meta estaba cerca, y un último
esfuerzo nos llevó a la cima.
Todo esfuerzo trae una recompensa, y haber
llevado a buen término nuestra aventura, mereció la pena sin duda.
Al final, no pudimos encontrar el Santo
Grial de los Repechinos, pero lo que si encontramos fue una comida
impresionante (queso, salchichón y chorizo de casa) y una bota de vino que no
encontró ningún “pero” por parte de Motorini ni por parte de los “moros”, y
mucho menos por parte de los Repechinos.
Tengo que reconocer que yo tenía mis dudas
de atacar aquellos manjares, viendo las últimas advertencias de la OMS sobre
consumo de carne, pero está claro que …..si no puedes vencer al enemigo ( los
“infieles”), pues hay que unirse a ellos y disfrutar de la comida.
Y hasta aquí nuestra aventura de hoy, no
conseguimos encontrar la Piedra Filosofal de los Repechinos, pero tened por
seguro que la seguiremos buscando. ¿Nos acompañas en la próxima ruta?.
Gracias a todos y nos vemos en la caleya.
Un saludo WILLY